viernes, 12 de febrero de 2010

La pasividad de la ONU


Estuve leyendo y escuchando varios comentarios sobre el momento por el que está pasando Haití y les quería dejar algunas ideas al respecto.
Ni bien terminó el trágico terremoto, Estados Unidos desplegó dieciséis mil soldados en el aeropuerto con el supuesto objetivo de ayudar a controlar la situación. Las verdaderas intenciones de este mini ejercito se vieron rápidamente. Los marines, haciendo caso omiso de los reclamos internacionales, disponen de los alimentos, las medicinas y otros objetos que donan distintos países. Incluso deciden cómo y cuándo deben llegar los aviones de apoyo, al punto que una nave venezolana debió esperar tres días en República Dominicana por orden de los ocupantes de Haití.
Antonio Peredo Leigue considera que "la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha mantenido un silencio cómplice. La OEA sigue impávida. La muerte de 250 mil personas, una cantidad no precisada de heridos de diversa gravedad y más de 2 millones de damnificados no conmueven a las organizaciones internacionales que debieran estar allí desde el mismo momento en que ocurrió el terremoto. No olvidamos que, hace varios años, están los cascos azules de la ONU con la declarada intención de defender la democracia y mantener la paz. Se reconoce la ayuda que prestaron en estos días trágicos, reivindicándose de la imagen negativa que tenían ante el pueblo haitiano. Pero ahora, frente a los 16 mil efectivos de Estados Unidos, que tienen el propósito de hacerse dueños del país, nada pueden los cascos azules y nada quieren hacer la ONU y la OEA".
Es urgente definir cual es el papel que está cumpliendo Estados Unidos en el país centroamericano. Incluso Francia le hizo un reclamo a la ONU para que esto quede claro pero es difícil que vaya a definirse está situación debido al papel que juega Obama en dicha organización.
Bolivia está consciente de estos peligros. El presidente Evo Morales ha anunciado que pedirá una reunión urgente de la asamblea, donde la ONU discuta la ocupación de Estados Unidos y la condene. Como no hay mucha esperanza en que esto suceda, se reunió en Quito UNASUR. Allí, Álvaro García, vicepresidente boliviano, declaró oficialmente: “temo que Haití, de no haber un rechazo rápido por parte del Continente, se convierta en otra base norteamericana”. Añadamos que sería una base asentada sobre miles y miles de cadáveres. Eso, como se demuestra a diario, no tiene importancia para la Casa Blanca ni el Pentágono. Que lo digan iraquíes y afganos, que lo recuerden panameños y granadinos, que reavivan sus heridas dominicanos y nicaragüenses; ni un solo país de Nuestra América, ni uno solo, quedó libre de ese brazo interventor.



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